El “ingeniero japonés de los árboles”

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Si alguna vez visitó el jardín japonés, en el barrio de Palermo, seguramente sintió la calma y la armonía que transmite cada elemento, el cual se ensambla con el otro de una manera muy natural y equilibrada. El mismo es obra del ingeniero paisajista japonés Yasuo Inomata.

Crecido y formado en Japón, Inomata emigró a la Argentina en un barco en el año 1966 y desde ese momento se asentó en la localidad bonaerense de Belén de Escobar, donde dedicó su vida a la creación de espacios armónicos, impregnados de cultura milenaria y que trascienden todos los tiempos.

Si bien su padre era metalúrgico, Inomata sentía otro llamado y fue su tío, quien era paisajista, el que despertó su interés genuino y vocación por su trabajo, el cual según explicó- con la tranquilidad que caracteriza a los orientales- se convirtió en el “motor” de su vida, por lo tanto -si bien lo está considerando- le resulta difícil retirarse.

Sus trabajos tienen que ver mucho con la espiritualidad y las tradiciones japonesas, por ejemplo explicó que el Jardín Japonés evoca la mirada del mundo que tenían los antiguos japoneses, cómo lo imaginaban y cómo lo idealizaban. “Cada elemento tenía su significado claro: los islotes eran los continentes o regiones, por los puentes cruzaban las divinidades y el agua eran los mares. Todo tiene un significado, nada está puesto porque sí”, explicó.

Otro de los aspectos más destacados de su dedicada labor es su preocupación por cuidar y salvar los ejemplares; Inomata es el único en Argentina que aplica la técnica de Tarumaki, se trata de un método tradicional y milenario que, según explicó, se utiliza para salvar un árbol, poder trasplantarlo correctamente y que así pueda vivir posteriormente en perfectas condiciones.

“Se hace en la época del año adecuada y consiste en el zunchado del pan de tierra que contiene la raíz del mismo árbol con sogas para luego movilizarlo a nuevo destino con una grúa”, explicó el ingeniero agregando que antiguamente este procedimiento se realizaba también con sogas y el traslado era con tracción a sangre, sea con caballos o vacas y hombres.

“Es la única forma de salvar un árbol y que tenga una vida sana, lo demás puede ser una casualidad” comentó con humildad el ingeniero explicando que este método se aplica habitualmente en Japón pero acá no se conoce y no hay otros que lo apliquen porque además de que se necesita tener conocimiento acerca del tema, es muy costoso y riesgoso.

Con respecto a los espacios verdes en la ciudad de Buenos Aires, el ingeniero paisajista opinó que en los últimos años se le está dando mayor importancia, que hay muchos más que antes y en mejores condiciones de cuidado.

“Igualmente creo que hay hacer hincapié a la poda de árboles de las calles” explicando que al estar muy grandes ocasionan frecuentes accidentes de árboles o ramas caídas cuando hay temporales y que eso se puede evitar.

Inomata sostiene que lamentablemente el avance de las ciudades lleva a generar más edificaciones lo que trae como consecuencia que haya cada vez menos verde en los espacios públicos y una continua tala de ejemplares (a veces insalvables por diferentes razones). “Es un precio alto que se paga, se pierde calidad de vida en pos de una ganancia económica” reflexionó.

Un ejemplo que citó el ingeniero es la obra del Metrobus en la calle 9 de julio, en la cual no se cuidaron los ejemplares ya que el trasplante se realizó fuera de temporada y por ello, probablemente, los mismos “puedan tener posteriores problemas”.

La experiencia más grande de Inomata en cuanto a trasplante de árboles fue la de la ampliación de la Avenida General Paz, en donde trasplantó exitosamente 1.100 ejemplares.

El ingeniero relató que la empresa concesionaria de las autopistas pensó conscientemente en la problemática y lo llamaron para hacer el trabajo que realizó a lo largo de 4 años (de 1994 a 1998). “Fue un trabajo muy duro en los que se preparó cada ejemplar y se trasplantó en temporada, por eso se hizo en tanto tiempo”, agregó.

Del mismo modo aclaró entusiasmado que no se podía hacer de otra manera. “Felizmente, 10 años después pude ver los mismos árboles creciendo sanamente”, añadió.

Además, Inomata comentó que realizó muchos otros trasplantes que han significado diferentes desafíos para él y su equipo, pero nunca de ese tipo en cuanto a la magnitud.

“Mis clientes suelen ser empresas o mayormente particulares, quienes valoran mucho el espacio verde y quieren realizar una planificación y diseño del campo o parque con una mirada de paisajismo japonés que es mi especialidad”, agregó el ingeniero.

Con respecto a sus actuales proyectos, el ingeniero señaló que está dirigiendo la renovación del jardín japonés de Escobar que realizó con la Asociación Japonesa de Escobar hace 40 años. “Ya estoy retirándome aunque nunca del todo ya que es el motor de mi vida”, concluyó.

http://www.lagranepoca.com

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