Flores para levantar el ánimo y diluir el estrés

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Hay quien dice que lo malo de regalar flores es que se mueren enseguida, pero quizá ése sea el punto romántico de la historia. Contemplar/oler/cuidar un ramo de anastasias, por ejemplo, proporciona infinidad de sensaciones. Generalmente, todas positivas. Nos metemos en ‘Loreak’, película que representará a España en los Oscar, donde las flores (título de la película en euskera) actúan como metáfora de la belleza, del amor, del duelo y hasta de despedida. A Ane, una de las protagonistas de la historia, le cambia la cara -y algo más- al recibir un misterioso ramo cada jueves, aunque no sabe quién se lo manda ni por qué. De eso hablan estas líneas, de lo que las flores pueden hacer por ti…

Juan Fernández del Álamo, dueño de la floristería Llorens & Durán de Madrid, se encargaba de hacer el reparto cuando empezaron con el negocio: «Era lo que más me gustaba; ver la expresión de la gente cuando abría la puerta».

Más allá de la belleza estética, explica el psicólogo Valentín Martínez-Otero, «las flores aportan vitalidad y energía; vivimos en espacios demasiado tecnificados y todo lo que sea añadir naturaleza es bueno». Además, «la interacción con las flores favorece el sentimiento de responsabilidad; su estado depende de cómo las cuidas tú. Para muchas personas que viven solas son una gran compañía».

Juan Fernández reconoce que aún «no tenemos una cultura de flor diaria, pero sí de regalarla en ocasiones especiales». Las mujeres siguen siendo las principales receptoras, aunque poco a poco, cuentan en este taller de flores a medida, el hombre va sumándose a la tendencia de adquirir y también de recibir. A la hora de comprarla seguimos siendo tradicionales -el Día de la Madre es la jornada grande del año-, aunque parece que hay ganas de cambiar ciertos estereotipos, empezando por la estética de las propias floristerías.

«Las flores siempre son bien recibidas. Estimulan los sentidos: entran por los ojos, por el olfato…», explica Juan Arenas, encargado de la floristería Margarita se llama mi amor de Madrid. Detrás de cada ramo, hay un mundo de sensaciones capaces de cambiar el ánimo, diluir el estrés, desarrollar emociones o llenar de calma un espacio. De esto y de mucho más son capaces unas hortensias, unas rosas de jardín o unos crisantemos que, por cierto, hay que quitarse de la cabeza que sean flores de funeral.

Un estudio realizado hace unos años por la Universidad de Harvard concluyó que tener flores en casa mejoraba el humor de las personas e influía a la hora de afrontar mejor el trabajo pues potenciaba el entusiasmo, la energía y la sensación de felicidad. Los participantes en el estudio convivieron con flores alrededor de una semana y reconocían que era lo primero que les gustaba ver al levantarse.

«Me llamó la atención encontrar que las personas que han estado rodeadas de flores sólo unos días tienen menos ansiedad», analizaba Nancy Etcoff, psicóloga del Harvard Medical School, cuando presentaron el estudio. «En todas las personas encontramos que esa presencia de flores en el entorno tenía un impacto positivo en su bienestar».

Como un libro o una canción

Igual que una canción o un libro nos recuerdan un momento especial, las flores también son capaces de hacer que grabemos en la memoria un verano o una vivencia concreta asociada a una flor o un ramo. «A nosotros nos gusta hablar con el cliente, se hace un boceto con lo que nos dice que quiere y así tratamos de afinar al máximo», asegura Juan, de Llorens. «Cuando decoras una casa para un acontecimiento especial, por ejemplo, la gente se acuerda luego de ello. La comida se da por hecho que va a estar buena; lo que provoca ver un salón lleno de centros y decorado con flores es otra historia«.

En otros países europeos, menos ‘golfos’ que nosotros, el tener flores en casa es algo habitual. «Al tener menos vida en la calle, cuidan más los interiores». En España, parece que el mercado se anima, pero aún la distancia que nos separa es larga. «La gente cada vez más se atreve a comprar flores distintas», cuenta Juan, de Margarita se llama mi amor, donde puedes elegir entre más de 300 flores diferentes.

El perfil del cliente lo tiene claro: «Una persona dimámica suele inclinarse por los amarillos, naranjas…; la elegante se va más al blanco y verde… Es importante a la hora de hacer un ramo saber la edad y algún rasgo de la personalidad». El clavel, las margaritas y los gladiolos, cuenta, están de capa caída, mientras las rosas raras son tendencia.

Moss es otra de las floristerías de nuevo cuño abiertas en los últimos tiempos en Madrid. Elegante, diáfana, luminosa… desde la calle invita a entrar. «Creemos que el sector necesitaba modernizarse también», asegura María Ruiz de Huidobro, una apasionada del arte de transformar y mejorar los espacios con flores y plantas. «La persona que regala flores tiene una sensibilidad especial».

Mercado internacional

Holanda sigue siendo el gran mercado internacional de flores. Allí acude todo el mundo para conocer lo que se cuece en el sector. Y Londres y París compiten como capitales con las floristerías más bonitas. Muchas direcciones para recomendar, como Scarlet and Violet cerca de Portobello; o Bleuet Coquelicot en el distrito 10 de la capital francesa.

Las modas también llaman a las puertas del paraíso floral. «Ahora gusta mucho lo silvestre», explican en Moss, «el aspecto natural». «Las hortensias están de moda», añade Juan, de Margarita se llama mi amor, porque «hasta hace poco era una flor prohibitiva». En Llorens reconocen que no viven pendientes de las tendencias. «Nosotros no vendemos flores, vendemos refinamiento».

Quizá a estas alturas algún lector haya encontrado el punto romántico a lo de comprar flores. El que aún no lo haya hecho, quizá pueda pasarse por una sala de cine y ver ‘Loreak’. Flores.

http://www.elmundo.es/vida-sana/2015/10/17/5620c022e2704e68528b462e.html

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