Jardín Botánico de Barcelona

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El Jardín Botánico de Barcelona es una de las instituciones surgidas para divulgar el conocimiento botánico y aumentar el respeto por el patrimonio natural. En él se encuentra la flora mediterránea en forma de paisaje.

Durante los siglos XX y XXI la falta de respeto por el medio ambiente y los valores naturales ha sido una tonica dominante en muchas culturas. Los jardines botanicos intentaron paliar, de alguna forma, esta tendencia, y surgieron en muchos casos para divulgar el conocimiento botánico y aumentar el respeto por el patrimonio natural. En el contexto de esta tendencia, se creó el Jardí Botànic de Barcelona, en el año 1999, con el objetivo de conservar y también el de mostrar colecciones de plantas.

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Rica y diversa

Las plantas que se muestran en el jardín representan la rica y diversa vegetación mediterránea de todo el mundo. El concepto innovador de este jardín es que muestra paisajes vegetales, y por lo tanto, una visión ecológica de las comunidades de plantas y sus interacciones, lo que los expertos llaman fitoepisodios, a diferencia de otros jardines donde lo que se destaca son las especies vegetales, de forma individual.

Se encuentra ubicado en un terreno de 14 hectáreas en la montaña de Montjuïc, enfrente del Estadio Olímpico Lluís Companys. En los últimos 100 años ese paraje había sido utilizado como vertedero de diferentes desechos y, por esta razón, la Comisión Europea aprobó los fondos necesarios para reconvertir este espacio en el nuevo jardín botánico de Barcelona.

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El diseño está basado en criterios estrictos, tanto en términos de sostenibilidad como de barreras físicas. Para construir la nueva topografía se utilizó la tierra reforzada de la misma montaña. Los materiales utilizados son reciclables e inofensivos para el Medio Ambiente, y el sistema de irrigación integrado se controla con una CPU central que activa las diferentes válvulas eléctricas mediante una señal de radio. Para su funcionamiento, así como para el del sistema de iluminación de emergencia, se utiliza energía fotovoltaica.

Los criterios de cultivo agrupan a plantas de tipos similares, gracias a la combinación de floras homoclimáticas de California, Chile, Sudáfrica, Australia y el Mediterráneo oriental y occidental.

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Con la intención en mente de transformar el jardín en un importante centro científico, pedagógico y de ocio, su disposición se basó en los intereses botánicos y utilizó el concepto de convergencia morfológica. El método utilizado en el proyecto acaba por asumir la dimensión fractal de la naturaleza misma, y logra una síntesis entre el equilibrio ecológico de las áreas plantadas y la artificialidad que ofrece la infraestructura construida del lugar.

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La lógica de la intervención viene dada por la ausencia de escala. La dimensión final de la intervención es ajena a los mecanismos de diseño empleados y, así, la disposición y el tamaño originales no son necesarios para desarrollar el proyecto. El uso de una malla triangular da forma al paisaje y, al mismo tiempo, resuelve los complejos requisitos del proyecto, tales como los drenajes y la circulación.

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Así pues, el lugar mismo proporcionó las bases de la intervención, sugiriendo las formas del nuevo paisaje a partir de sus condiciones morfológicas y topográficas.

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La fractalidad en la construcción del paisaje

Cuando un equipo interdisciplinario formado por biólogos, botánicos, paisajistas y arquitectos iniciamos el proyecto del nuevo Jardín Botánico de Barcelona, en la falda de la montaña de Montjuïc, tuvimos en cuenta dos consideraciones fundamentales.

La primera fue cómo conseguir un argumento proyectivo que hiciera posible que fuese el lugar mismo el que nos diera las reglas de intervención, priorizando las condiciones morfológicas y topográficas a la hora de crear las formas del nuevo paisaje. Al contrario que en otras intervenciones arquitectónicas y urbanísticas realizadas en la montaña de Montjuïc, como pueden ser trazados para exposiciones universales, juegos olímpicos, etc., en que la propia montaña había sido ignorada.

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La segunda consideración se basa propiamente en la estructura del nuevo jardín, que debía tener en cuenta la flora mediterránea y la de otras zonas homoclimáticas, como California y una parte de Japón, en el hemisferio norte, y una parte de Chile, Sudáfrica y una pequeña región de Australia, en el sur.

El diseño del nuevo jardín se fundamentó en cuestiones botánicas y de ecosistemas, como también en el uso del concepto de convergencia morfológica vegetal, convirtiéndose así en una herramienta de gran valor científico y entrando a formar parte de lo que serían los jardines botánicos del siglo XXI.

 La síntesis de estas dos voluntades sólo era posible si se conseguía un instrumento capaz de posibilitar el diálogo y el trabajo conjunto de las diferentes disciplinas, cosa que fue imposible en los primeros días de trabajo.

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De este modo surgió la idea de poner una malla triangular sobre los terrenos, que se iría adaptando a todos los accidentes, marcando los bordes y creciendo o decreciendo en la superficie según la inclinación topográfica. Las directrices de la malla triangular siguen las tres direcciones principales de las curvas de nivel, asegurando de esta forma que los dos vértices de cada triángulo estén en la misma cota de altitud, línea de pendiente 0.

Otras subdivisiones de la malla que tienen en cuenta los conceptos de accesibilidad, plantación, etc. mantendrían la misma estructura de hormigón.

Este orden geométrico irregular y variable en función de su situación en el terreno permite:

-Racionalizar las redes infraestructurales ocultas, drenajes, riegos e informatización del jardín

-Dotar al territorio de una red jerarquizada de itinerarios de acuerdo con el uso y la pendiente, estableciendo recorridos principales o secundarios, relativos al trabajo del jardín

-Suministrar al territorio un orden que haga posible el uso científico, pedagógico y de ocio, del jardín, al ordenar los mosaicos de las diversas comunidades vegetales.

-Organizar las construcciones: herbarios invernaderos, edificios de investigación y servicios, etc.

Con la ayuda de un ordenador personal hicimos un programa en que visualizábamos la malla, y podíamos individualizar cualquier triángulo donde aparecían todas las especies plantadas. Todo se visualizaba fotográficamente y, finalmente, se obtenía la ficha técnica específica de cualquiera de las especies que componen el triángulo.

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Este mecanismo proyectivo nos facilitaba aquello que para nosotros era más importante: conseguir un cierto control sobre las futuras formas del paisaje.

Variando ligeramente la altura de los vértices de los triángulos, la malla se fractura y el territorio comienza a tomar forma y cada pieza consigue así singularidad de orientación y pendiente. La disposición de los taludes estará marcada por las necesidades de luz solar, la cantidad de agua, la facilidad de plantación y la relación con otras especies.

El sistema constructivo que hace posible fracturar la malla consiste en un conjunto de dobles muros triangulares cóncavos y convexos de los cuales varía la altura, la longitud y el radio de giro.

Con estos muros el paisaje adquiere orden y dimensión fractal, organizándose desde la irregularidad y el fraccionamiento. Después, las plantaciones han ido sustituyendo la excesiva virtualidad inicial, quedando únicamente como un orden relativo a la construcción del jardín.

Este método, muy artificial en un principio, acaba por asumir la propia dimensión fractal de la naturaleza, de forma que se logra una síntesis de futuro entre el equilibrio ecológico de las plantaciones y la artificialidad de la infraestructura construida sobre el territorio.

El barrio de las plantas mediterráneas

El Jardín Botánico de Barcelona podría definirse como un barrio residencial donde toda la flora mediterránea convive, eso sí, siguiendo aquella máxima del juntos, pero no revueltos. Las diferentes zonas del mundo donde impera el clima mediterráneo tiene una vegetación similar, pero diferente. Estas cinco zonas bioclimáticas están representadas en el Botánico de Barcelona, de forma ordenada. Así, encontramos plantas provenientes de la cuenca del Mare Nostrum, el oeste de California, la parte central de Chile, un extremo de Sudáfrica y Australia meridional.

El material vegetal representativo de estas zonas bioclimáticas está estructurado en 71 fitoepisodios, parcelas donde se agrupan plantas de una misma zona y características similares.

Si tenemos en cuenta este criterio y el relieve propio del Botánico, construido en la falda de una montaña, entenderemos rápidamente por qué se determina que la estructura del botánico es radial: desde abajo parten los fitoepisodios de matorral de cada zona, y a medida que subimos la falda encontramos fitoepisodios de vegetación cada vez mayor, de la misma zona, hasta llegar a la zona más alta del botánico, dominada por grandes colecciones de árboles.

En los cruces de caminos, que conforman la estructura básica del jardín, magníficos ejemplares representativos de cada zona saludan al visitante y a sus compañeros de otras zonas bioclimáticas, como buenos vecinos.

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La evolución de los jardines botánicos

Los primeros jardines botánicos aparecieron en la antigua Grecia (el primero fue el de Teofrasto, en el s. IV aC), pero no fue hasta el Renacimiento, sobre todo a partir del siglo XVI, cuando comenzó en toda Europa la construcción de jardines botánicos. Cada época ha aportado criterios distintos, de acuerdo con el progreso de los conocimientos y las modas artísticas, que se han reflejado en el diseño de los distintos jardines. Así, en el siglo XVI los jardines tenían una vocación principalmente utilitaria: se cultivaban en ellos, sobre todo, plantas medicinales, y eran utilizados por médicos y botánicos. En el XVIII, en cambio, con el descubrimiento de una multitud de especies nuevas, provenientes de otros continentes, y con la difusión del sistema sexual de clasificación de Linné, los jardines botánicos empezaron a ordenarse según la clasificación sistemática de las plantas.

Ninguno de estos criterios es válido, por sí solo, en nuestros días.

El diseño del Botánico de Barcelona contempla una distribución del material vegetal respecto a su procedencia geográfica, de modo que las plantas vivirán agrupadas según sus afinidades ecológicas. De esta forma el diseño del jardín incorpora los conceptos y los avances más importantes en el campo de la biología que pueden ser reflejados en la estructura de un jardín.

El jardín Botánico de Barcelona no sólo destaca por la importancia de la vegetación que alberga, sino que el proyecto en si mismo posee una fuerza y una calidad que lo convierten en uno de los paisaje más atractivos y característicos de la ciudad.

 De los distintos elementos que lo componen cabe resaltar:

La estructura del jardín formada por una potente red de caminos de hormigón que construyen el esqueleto básico del jardín. Este pavimento tan fuerte, ofrece un marco perdurable en el tiempo para el desarrollo de la vegetación que dará carácter al jardín y resuelve el problema de la accesibilidad y las escorrentías generadas por la marcada topografía del lugar. 

Los muros de acero corten, que recubren los taludes y márgenes que se sostienen mediante una estructura de tierra armada. Este acero que se oxida en contacto con la humedad ambiental adquiere una tonalidad entre ocre y cobriza que resalta todavía más los colores de las plantas. 

La arquitectura del edificio de recepción y la puerta de entrada al recinto, ejemplos de construcción perfectamente integrada en el paisaje que la envuelve, potenciándolo si cabe todavía más 

La zona acuática que sirve de salón-recibidor a los visitantes del jardín, ofreciendo una primera visión al visitante de una belleza y singularidad que ya se han convertido en la imagen más característica del jardín Botánico de Barcelona. (Foto 320)

Las pérgolas y otros elementos del mobiliario que equipan el jardín. Son elementos que reúnen la funcionalidad que les es propia y la simplicidad con un diseño atractivo y original 

SITUACIÓN Y RELIEVE

El nuevo Jardín Botánico se construye en la vertiente septentrional de la montaña de Montjuïc, entre el Estadio y el castillo, a una altiud aproximada de 150 metros sobre el nivel del mar. Se extiende sobre una superficie de una 15 hectáreas que, por sus dimensiones, constituye uno de los grandes espacios verdes de la ciudad de Barcelona. El relieve es variado: hay desniveles de más de 50 metros y el conjunto forma un gran anfiteatro orientado al sudoeste y abierto al valle del Llobregat. Desde este enclave las vistas son excelentes: el Palacio Nacional de Arte de Cataluña, el Estado Olímpico Lluís Companys, el mar o la Sierra del Garraf. Todo un oasis en el centro de la capital catalana.

 

Además, este espacio reúne buenas condiciones para albergar un jardín botánico, pues recibe la humedad que, proveniente del mar, se condensa en la umbría de la montaña.

ESTRUCTURA Y DISEÑO

El proyecto se basa en el uso de una malla triangular como estructura fundamental, de forma que facilita la diversificación de las orientaciones con un mínimo movimiento de tierras. También hace posible la creación de microclimas locales que permiten distribuir las unidades de vegetación de acuerdo con sus requerimientos ecológicos y la orientación de las perspectivas en cada punto del jardín sin tener que esperar a que los árboles hayan crecido.

LA VEGETACIÓN

Las unidades fitogeográficas principales se disponen de forma radial. Esta disposición proporciona un discurso único que permite organizar el conjunto del jardín.

En el extremo noroeste se agrupan las plantas provenientes de las Islas Canarias, muy espectaculares y a menudo emparentadas con la flora tropical que ocupaba la región de la mediterránea antes de los periodos glaciares. Más hacia el centro se presenta una zona dedicada a la flora del norte de África, muy parecida a la nuestra, pero más rica en vegetales arbustivos que se adaptan a la perfección al clima barcelonés.

Ficha técnica

Jardín Botánico de Barcelona

 Promotor                                      Ajuntament de Barcelona. Institut de Cultura

 Financiación                                  80% Unión Europea y 20% Ajuntament de Barcelona

 Proyecto y dirección                       Carlos Ferrater y José Luís Canosa, arquitectos

                                                   Bet Figueras, paisajista

 Supervisión proyectos urbanos          Carlos Casamor, arquitecto

 Gestión y dirección de ejecución       Fernando Benedicto, arquitecto técnico

Asesor científico                            Joan Pedrosa, biólogo

Proyecto de plantaciones                Artur Bossy, horticultor y Rafael Sotomayor, arquitecto

Empresa constructora                     Stachys, SA

Jefe de obra                                  Miquel Marin, ingeniero agrónomo

Inicio/Final de obra                            Diciembre 1997 / Abril 1999

Coste de ejecución                             4.859.000 €

Dirección:

C/ Dr. Font i Quer, núm. 2
Parc de Montjuïc
08038 Barcelona

Tel: 93 426 49 35

Fax: 93 424 50 53

Horario de apertura

Abril, mayo y septiembre: de lunes a viernes, de 10 a 18h. Festivos y fines de semana de 10 a 20h.

De junio a agosto: de lunes a domingo de 10 a 20h.

De octubre a marzo: de lunes a domingo de 10 a 17h.

El jardín permanecerá cerrado el 1 de enero y el 25 de diciembre

 Precios de la entrada

Adultos: 3€

Reducida: 1,50€

Grupos: 2€

Gratuito: menores de 16 años y usuarios de tarjeta rosa.

Entrada gratuita: último domingo de cada mes

Servicios: Itinerarios gratuitos los fines de semana (excepto los del mes de agosto), visitas concertadas, audiología, mediateca científica OCCM, accesible para personas con problemas de movilidad, zona de aparcamiento público, cesión y alquiler de espacios.

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