El plumero o cortadeira selloane llegó a Cantabria, concretamente a los terrenos del puerto de Santander, en los años 40 del siglo pasado, cuando la España de la posguerra importaba trigo procedente de Argentina y en sus semillas venía mezclada la de esta planta exótica.
El problema del plumero, por tanto, viene de lejos y se ha expandido gracias a la obra pública y al “poco cuidado” que se pone en revegetar y cuidar las zonas verdes.
Cantabria tiene hoy un problema medioambiental con esta especie invasora, que se ha convertido en una de las principales amenazas para la biodiversidad.
Y es que su principal efecto es que desplaza los hábitats naturales y autóctonos y provoca un empobrecimiento de la biodiversidad local, de forma que, si tenemos un prado natural con un montón de plantas y flores autóctonas, estás desaparecen dejando sólo espacio a una especie: el plumero.
Felipe González, delegado territorial de SEO/BirdLife en Cantabria, habla de “colonización” y considera que, en la región, la situación es “dramática”, convirtiendo a la comunidad autónoma en el lugar de España con mayor superficie de plumeros y, “desgraciadamente”, en exportadora de la especie hacia el País Vasco y Asturias.
Cantabria tiene dos elementos que ayudan a su expansión, el clima suave y húmedo, y las obras públicas, que han dejado escombreras y taludes desnudos “por doquier”, de forma que la “zona cero” del plumero se encuentra en el entorno de la bahía de Santander.
Las cunetas de autovías y ferrocarriles, el aeropuerto de Parayas, los polígonos industriales, las canteras y zonas húmedas, son los lugares donde los plumeros se han hecho “fuertes” porque es una especie colonizadora con pocos requisitos, habituada a la aridez y a los suelos pobres.
“Justo lo que encuentran en los materiales de relleno, en las escombreras y en los taludes de las autovías”, resalta González.
El plumero “más peligroso” es el que aparece solitario. Hay que eliminarlo antes de que crezca “demasiado” y la mejor manera de prevenirlo es que, cualquier movimiento de tierras que se produzca, vaya acompañado de una revegetación, que implique sembrar especies de aquí y llevar una “adecuada” labor posterior de mantenimiento.
Y si ya ha colonizado el terreno, arrancar esta planta, revegetar la zona o espacio verde y mantenimiento en los años sucesivos.
Para el delegado de SEO/BirdLife en Cantabria, este esquema “por desgracia” se sigue en muy pocos sitios y es el mantenimiento posterior el fallo más repetido.
“Siempre arrancar y destruir posteriormente los restos”, insiste González, quien también apunta que los mejores aliados contra el plumero son el ganadero, que mantiene sus prados, y la zarza, que coloniza terrenos abandonados e impide que llegue la luz al suelo.
Desde hace años se trabaja contra esta invasión desde diferentes administraciones y escenarios pero, según Felipe González, “no se hace de manera coordinada” de forma que “se deja la tarea a medias o no se trata de la forma correcta”, con lo que, al cabo de los años, el plumero vuelve a invadir el terreno.
Astillero es un municipio en el que SEO/BirdLife trabaja contra el plumero desde 1999, consiguiendo el mérito de ser el término municipal de Cantabria que más ha eliminado gracias a que el esquema diseñado para su supresión es eliminación, revegetación y mantenimiento.
La sensación en Cantabria es que la región está invadida de plumeros y, “paradójicamente”, en plena crisis, se están dedicando más esfuerzos a la lucha contra ellos, sobre todo, a nivel municipal y gracias al apoyo estratégico de la Consejería de Medio Ambiente.
Santander, Camargo y Astillero tienen planes específicos para acabar con esta especie invasora y, además, en esta tarea, se está movilizando a trabajadores en desempleo.
Lo importante, para el delegado territorial de SEO/BirdLife, actuar “con coordinación y buena técnica” para continuar con la tarea de eliminar esta vegetación exótica e invasora, que perjudica a los hábitats naturales y autóctonos, y conseguir mejorar el paisaje. EFE