Brilla el sol. Manos a la obra. Pasado el invierno toca poner a punto el jardín y devolverle su lustre. Y, sobre todo, no cometer los mismos errores de la temporada pasada, cuando las plantas se regaron en exceso y aparecieron hongos o cuando alguien se empeñó en plantar rosales en un espacio demasiado sombrío.
La primavera es la época de más trabajo en jardines y terrazas. En marzo y abril hay que limpiar las malas hierbas que han crecido en los parterres. “Es momento de podar las ramas de crecimiento que deformen los arbustos, las que salgan en los troncos de los árboles fuera de la copa y las ramas dañadas, así como escardar el césped, remover la tierra de parterres y jardineras y renovar su sustrato. Por ejemplo, en las macetas de plantas que necesitan tierra ácida, como son los arbustos rododendros, las camelias y las hortensias, es conveniente añadir sustrato nuevo en la capa superior”, explican en el centro de jardinería Los Peñotes.
No hay que olvidar abonar con nutrientes todas las plantas, que ahora mismo están en plena floración. Y lo más importante: ya no hay riesgo de heladas tardías y se puede volver a activar el sistema de riego, apagado durante el invierno. “Es recomendable el aumento de programas o tiempos de riego, ya que durante esta época del año reciben más horas de sol, así como realizar algún tratamiento fitosanitario preventivo”, recuerda el paisajista Fernando Pozuelo, al frente del estudio Fernando Pozuelo Landscaping Collection. También puede ser un buen momento para dar un toque diferenciador incorporando nuevas especies de temporada.
Lo cierto es que acertar con el jardín y mantenerlo con buena salud no es una tarea nada sencilla y si no se consigue resulta frustrante. Para los neófitos pisar sobre seguro pasa, casi siempre, por dejarse asesorar por un profesional. Primera lección: pensar y planificar el tipo de jardín que se quiere y no comprar por impulso. Si el año pasado la experiencia no llegó a buen puerto, quizá se deba a que no se plantaron especies propias de la zona geográfica donde se vive. “Para cada clima hay unas especies que son más resistentes y quizá esta sería la clave a la hora de elegir las plantas del jardín; fijarse en la naturaleza que nos rodea y aplicar esas plantas”, dicen en Los Peñotes. Así, “en la Cordillera Cantábrica se puede optar por plantar hortensias azules y margaritas silvestres; en la Meseta Central se podría incluir durillo o romero rastrero; y en la zona sur una opción es el ficus benjamina con agapanto”, aconseja Pozuelo.
Pero antes de acudir al centro de jardinería a elegir ejemplares hay que retocar el terreno -el trabajo más importante y que más disgustos evitará a la larga-. Toca mejorar la tierra, por lo menos en 20 centímetros de profundidad, y asegurarse de que no hay encharcamientos y, si los hay, hacer el drenaje de la zona que sea necesario. Si se trata de un terreno arcilloso, por ejemplo, las plantas tenderán a asfixiarse por exceso de agua al tener poca capacidad de drenaje y aparecerán hongos. Si es demasiado arenoso no se podrán plantar determinados tipos de árboles.
La otra tarea imprescindible es la de instalar un sistema de riego automatizado con un programador que tenga diferentes fases, ya que no se necesita regar lo mismo en verano que en primavera o en invierno. Lo más efectivo son los aspersores o difusores en zona de praderas y el riego por goteo en parterres.
Después, toca seleccionar las plantas. Los expertos de Los Peñotes dan algunas claves: “en general, para una terraza es mejor elegir trepadoras que no ocupan tanto espacio y van cubriendo vertical y horizontalmente la terraza según las guiemos (hiedras, jazmín, buganvilla, rosales trepadores…). Las glicinias no son aconsejables pues necesitan una estructura muy fuerte a la que sujetarse. En el caso de los arbustos hay que elegir los que no superen los dos metros de altura en su edad adulta (crecerán mejor en macetas). Y combinar plantas perennes con flores de temporada que aporten color”.
Fernando Pozuelo Landscaping Collection apuesta por una selección de plantas en función de las tonalidades de moda que se llevan esta temporada primavera-verano: la trepadora plumbago de color azul aguamarino, la trepadora clematis de color marsalla (marrón rojizo), las mimosas que lucen una tonalidad amarillo limón, y las gerberas con flores de color anaranjado. En el caso de jardines pequeños o terrazas, apuesta por la azalea japónica, el boj o las calas originarias de Sudáfrica.
Cuando no hay jardín, sino jardineras, hay que tener en cuenta el espacio para las raíces y no poner demasiadas plantas en un mismo recipiente. También, conviene mezclar especies con las mismas necesidades hídricas y de sustrato. Es importante plantar lo más bajo delante y alternar las especies caducas con perennes para que en invierno no luzca pelado y desangelado.
Existe una enorme variedad de jardineras y tiestos. Su forma y diseño va al gusto del cliente, aunque hay que tener en cuenta que ciertos materiales como el zinc se oxidan si están a la intemperie. Cuando hay espacio, los áridos son recursos decorativos muy recurrentes. Sirven para hacer caminos de gravilla que lleven hasta una fuente o un gran árbol o para realizar un dibujo como en los jardines de estilo zen. Las piedras elegidas deben colocarse sobre un tela especial de geotextil que permita pasar el agua para evitar charcos.
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