Compostaje en jardinería

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El compostaje es una práctica tan antigua como la agricultura misma. Hace más de dos mil años su práctica ya está documentada en China, y desde siempre ha sido conocida y practicada por las distintas civilizaciones sedentarias basadas en el cultivo de los alimentos.
A nivel de jardinería constituye una práctica interesante desde distintos puntos de vista. Probablemente el principal de ellos sea la posibilidad de transformar un residuo en un recurso útil para el suelo y por ende para las plantas. Por otro lado en la gestión de un jardín de tamaño pequeño o medio es sencillo incorporar la práctica del compostaje en el propio jardín para cerrar el ciclo de los nutrientes en el mismo espacio. Esta idea también se aplica con éxito a escala municipal en localidades como Navata o Vilafant (Girona), donde todo el residuo procedente de los espacios verdes se composta para ser reutilizado como acolchado, para la construcción de parterres o bien en la restauración de caminos y lechos fluviales.

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¿En qué consiste exactamente el proceso de compostaje?

El compostaje es un proceso biológico de estabilización de la materia orgánica que se desarrolla en dos fases claramente diferenciadas: la transformación y la maduración.

La fase de transformación es llevada a cabo por hongos y bacterias del grupo de los actinomicetos. Esta fase se caracteriza principalmente por generar calor. Su duración depende de los materiales que componen el montón de compostaje y puede durar desde unos días hasta unas seis semanas.

Por su parte la fase de maduración se desarrolla a continuación y se caracteriza por el descenso de la temperatura del montón y por la aparición de un auténtico ecosistema de invertebrados, desde gusanos y crustáceos hasta insectos de varios tipos, que contribuyen a finalizar el proceso de estabilización de la materia orgánica y son indicadores de la buena calidad del compost producido.

Las reservas más frecuentes a la hora de plantearse el interés en hacer compostaje en el jardín o a escalas mayores radica en el riesgo de que aparezcan molestias como malos olores, moscas, roedores y/o plagas. En este sentido es importante señalar que ninguna de estas anomalías aparece si el montón de compost se construye correctamente. Las temperaturas de la fase de transformación –que pueden oscilar entre los 40º C y los 70º C en la mayoría de los casos– impiden que las moscas o los roedores sean un problema. Respecto a los malos olores no aparecen nunca si el montón de compost se realiza correctamente. Y las plagas tampoco son un problema: la mayoría de especies que aparecen en el montón de compost son propias de cualquier jardín o espacio cultivado y pueden encontrarse la mayoría de las veces cuando apartamos una piedra o maceta o limpiamos un rincón donde se concentre materia orgánica como hojas o flores secas.
En total el proceso de compostaje puede durar entre unos cinco meses y medio hasta más de un año dependiendo de los materiales que componen el montón y la época del año. El proceso de maduración está influido directamente por la temperatura ambiental y por eso el compost maduro se obtiene en menos tiempo en verano que en invierno.

Respecto a la madurez del compost conviene señalar que es muy importante aplicarlo sólo cuando estamos seguros de que ya está completamente madurado. Si se aplica antes de tiempo posee efectos herbicidas y podríamos afectar seriamente no sólo a las plantas donde se aplica sino también a la composición del suelo por el efecto que se conoce como “hambre de nitrógeno”. En ocasiones este efecto herbicida del compost demasiado joven se utiliza deliberadamente para erradicar especies que se extienden por rizoma como la grama o los distintos tipos de mentas.
Sabremos que nuestro compost es maduro porque presenta aspecto y olor idénticos a la tierra de bosque y al apretarlo fuertemente con la mano no deja manchas pegajosas.

Construcción del montón de compost

Para obtener un compost de calidad es importante tener en cuenta algunos factores determinantes en el proceso:

1. El drenaje y el contacto con el suelo. El montón de compost debe construirse sobre un suelo drenado o con drenaje. Sin este drenaje se producen procesos anaeróbicos por la acumulación del agua en la parte inferior del montón. Esto conduce inevitablemente a malos olores y a un compost de muy mala calidad o mal estabilizado. Por otro lado el contacto con el suelo favorece la transferencia de los microorganismos que contiene y permite que el proceso de compostaje se inicie en menos tiempo.
2. La aireación. Los hongos y bacterias responsables de la fase de transformación, así como la fauna propia de la fase de maduración, necesitan oxígeno para respirar. Obtienen este oxígeno de los espacios de aire que se forman en el interior del montón. Por ello en algunos casos es importante prever cómo serán estos espacios: si construimos el montón con césped y hojas secas los espacios de aire serán menores que si lo construimos con poda triturada. En cualquier caso nunca prensaremos el montón de compost ya que esta práctica reduce el volumen de aire en su interior. Para montones de compost con un volumen superior a los 2 m³ o construidos con materiales muy finos es imprescindible voltear el montón periódicamente. Dependiendo del tamaño total del montón la operación del volteado puede realizarse con una frecuencia de entre dos y ocho semanas.
3. La humedad. Todos los organismos que participan en el proceso de compostaje necesitan agua. Cuando el montón de compost se seca éstos mueren y el proceso de compostaje se para. Para reactivarlo es necesario volver a añadir materiales frescos que aporten humedad y regar abundantemente por aspersión (el riego a chorro no se reparte uniformemente en el montón de compost y no restaura la humedad necesaria en el interior del montón).
4. La relación entre carbono y nitrógeno en la composición del montón de compost. Aunque este punto es tan importante como los otros tres, es probablemente el más determinante a la hora de realizar un buen proceso de compostaje y obtener un compost de buena calidad. La relación entre carbono y nitrógeno en un material es un índice de su biodegradabilidad. A efectos prácticos del compostaje es suficiente con saber que a la hora de construir el montón de compostaje los materiales ricos en carbono deben ser al menos de entre un tercio y la mitad del volumen total del montón.
5. Mezclar bien los materiales. Un error frecuente en la construcción del montón de compostaje es la construcción del montón en capas. Este error es especialmente frecuente cuando uno de los materiales utilizados es césped recién cortado. En estos casos siempre sucede que la capa de césped tiene tendencia a secarse por efecto de la alta temperatura alcanzada y la capa equivalente de material leñoso queda igual que estaba en el momento de incorporarla al montón.

Observar y comprender estos cinco puntos es crucial para desarrollar un buen proceso de compostaje. Respecto al cuarto punto es necesario conocer la composición de los residuos ricos en nitrógeno o carbono a la hora de construir el montón para poder mezclarlos de forma adecuada.

Son materiales ricos en carbono todos aquellos que son de naturaleza leñosa (celulosa): poda triturada, hojas y flores secas, paja, hierba o césped secos.
Son materiales ricos en nitrógeno: césped fresco y en general plantas acabadas de cortar/arrancar con predominio de las partes frescas y verdes (no leñosas).

Cuando la proporción entre ambos tipos de residuo es adecuada y el volumen del montón de compost es de al menos 1 m³ (menor en el caso de los compostadores de jardín) el proceso de compostaje se inicia de forma espontánea sin necesidad de añadir ningún producto externo al montón. A mejor relación entre carbono y nitrógeno, mayor temperatura se alcanza durante el proceso, menos tiempo dura y más rico será el compost obtenido en cuanto a nutrientes. En algunos casos y con volúmenes del montón de compost superiores a los 2 m³ la temperatura puede superar los 70º C. A esta temperatura las semillas presentes en el montón se esterilizan y nos evitan posteriores problemas por la germinación en el compost ya aplicado.

Otros materiales en el montón

Es importante señalar que la presencia de tierra en el montón de compost no contribuye de forma directa en el proceso de transformación, y no obstante enfría el montón durante la fase de transformación, por lo que es aconsejable evitar su aportación al montón de compost. Lo mismo puede aplicarse a piedras y grava.

Una duda frecuente que se plantea en el momento de construir el montón de compost es si es adecuado aportar restos vegetales afectados por plagas o enfermedades. En el primer caso la respuesta es sí: la exposición de las plagas y/o sus huevos al proceso de temperatura elevada durante las semanas que se produce en la fase de transformación contribuye a eliminarlas de forma eficaz. Respecto a los restos vegetales afectados por hongos u otras enfermedades sólo los aportaremos en aquellos casos en que el montón de compost en cuestión tenga un volumen superior a los 2 m³, lo cual es garantía de que la temperatura alcanzada será superior a los 60º C. En volúmenes del montón menores preferiblemente quemaremos los materiales afectados o los depositaremos como residuo vegetal en los espacios habilitados para ello.

La poda sin triturar también es un inconveniente para la realización del compostaje. Si bien maderas de poca densidad como el saúco, la melia o la morera de descomponen con facilidad, otras podas más duras como las procedentes de olivos pueden resultar más difíciles de transformar. Por eso es importante en la medida de lo posible que la poda siempre se aporte triturada. En todo caso y como referencia general en este aspecto nunca aportaremos poda de una longitud superior a la de un lápiz ni de un grosor superior al de un dedo.

Compostaje y compostadores

Es frecuente la creencia de que para reproducir el proceso de compostaje es necesario disponer de un compostador. Esto no es así. El proceso de compostaje depende única y exclusivamente de los cinco puntos descritos anteriormente. No obstante el uso de un compostador o la delimitación del espacio de compostaje tienen la ventaja de que retienen mejor el calor por lo que permiten compostar montones de un volumen inferior a 1 m³, además de los obvios beneficios estéticos que aporta el hecho de no tener todo el residuo en transformación a la vista.

Es en el momento de plantearnos la adquisición o construcción de un compostador cuando nos enfrentamos a la pregunta: ¿qué tamaño debe tener?
Cuando construimos el montón de compostaje en el suelo esta pregunta no es relevante porque vamos ocupando espacio a medida que aportamos residuo. En cambio en la planificación de un jardín o en el momento de adquirir un compostador esta duda cobra sentido.
Como regla general necesitaremos un volumen de 1 m³ de compostaje por cada 300 m³ de jardín incluida la valla vegetal. En el caso que el jardín no tenga césped necesitaremos la mitad de volumen de compostaje. Por contra los jardines con huerto precisan del doble de volumen.

Conclusiones

Compostar es sencillo si se observan las condiciones necesarias para ello. Además es un proceso que se puede realizar a distinta escala, desde un pequeño jardín familiar hasta jardines de cualquier tamaño. Obtener el propio compost es un recurso barato y útil en tanto que aporta al suelo la materia orgánica que periódicamente se consume y debe renovarse. Y además en muchos casos nos ahorra el trabajo de transportar el residuo del jardín hasta el punto de recogida, por lo que nos facilita las tareas a realizar en lugar de complicarlas.
Como me decía un particular cuando le pregunté acerca de su iniciación al compostaje: “Estoy muy contento. He notado que va tan bien en el jardín que he pedido a los vecinos que me traigan el césped que cortan para poder tener más compost”.

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