Cuando el mercado de la ciudad de Toluca (México) cerró sus puertas en 1975 el artista Leopoldo Flores ideó un plan para salvar el edificio. Leopoldo convenció a las autoridades locales para reutilizar el espacio, construido en 1908, como jardín botánico y sustituir las ventanas por artisticas vidrieras. El diseño llevó al artista un año y al vitralista Bernabé Fernández tres más hacerlo realidad.
Durante su transformación se incorporaron 45 toneladas de vidrio soplado y 25 toneladas de plomo, para que el edificio soportara el peso extra se reforzó su estructura Art Noveau con 75 toneladas de metal. La reforma comenzó en 1975 y fue terminada totalmente en 1990. Actualmente cuenta con medio millón de piezas de vidrio de 28 colores, dispuestas en murales y en el mosaico que hay sobre el solarium.
Su colección vegetal consta de 500 plantas de todos los rincones del mundo y que están distribuidas en sus 3.500 metros cuadrados. Cosmovitral es un atractivo turístico para los mexicanos que suponen un 95% de los visitantes, pero desgraciada, e inmerecidamente, un gran desconocido en el resto del mundo. Un lugar perfecto para olvidarse de la ciudad y sumergirse en un mundo vegetal lleno de luz y color.
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