La ciudad india de Chandigarh (norte) guarda un curioso Jardín de Roca que parece una mezcla del Parque Güell y el Monasterio de Piedra de España, obra de un artista en sus inicios desconocido y que ahora expone fuera de su país.
Chandigarh, que es a la vez la capital de dos estados del país asiático, Punyab y Haryana, está considerada la ciudad más limpia de la India, con su diseño cuadriculado y un tráfico ordenado que contrasta con el «caos organizado» del resto del país.
Diseñada tras la independencia de la India en 1947 por reconocidos arquitectos como el suizo-francés Le Corbusier, entre sus parques esconde el Jardín de Roca, que empezó a dar forma a escondidas en 1957 Nek Chand, un funcionario de carreteras.
Chand, hoy nonagenario, comenzó a construir su parque en secreto en un bosque, al que llevaba en su bici restos de obras de construcción o deshechos industriales, desde enchufes de plástico a cristales, fregaderos o trozos de azulejos.
Durante casi veinte años, este artista entonces anónimo construyó su particular reino de pasadizos, capillas, puentes y cascadas, adornado por miles de figuras humanas, de animales y abstractas a lo largo de unas 16 hectáreas de bosque.
Su peculiar e ingente creación no fue descubierta hasta 1973, por casualidad durante unas labores de desbroce, y estuvo a punto de ser destruida, porque en el bosque estaba prohibido construir.
Afortunadamente, las autoridades municipales reconocieron su mérito y decidieron conservar su obra autodidacta, e incluso pusieron a su creador al frente de un equipo de trabajadores para continuar haciendo realidad su sueño.
En la actualidad este parque «recibe hasta 4.500 visitantes muchos días, unos 50.000 al año», mientras sigue creciendo el número de figuras en su interior, aunque por ahora «no está previsto ampliarlo en extensión», declaró a Efe Nek Chand.
El jardín como tal abrió sus puertas en 1976 para mostrar esta creación a base de piedras con extrañas formas y de un sinfín de materiales reciclados, que por un pequeño pasadizo introduce al visitante a un mundo que por momentos recuerda las cascadas del Monasterio de Piedra en Zaragoza.
El recorrido desemboca en un anfiteatro rodeado por columnas, cuya primera impresión traslada al visitante al Parque Güell diseñado por el universal Antoni Gaudí en Barcelona, con sus mosaicos a base de trozos de azulejos y espejos.
El Jardín de Roca está gestionado por una fundación para garantizar su conservación, desde que en 1996 fue objeto de actos vandálicos mientras Chand se encontraba fuera de la India exponiendo parte de sus creaciones.
Algunas de las figuras de este particular reino se exponen en importantes museos de Estados Unidos y de varios países europeos, e incluso en el Reino Unido, antigua potencia colonial, existe una fundación de apoyo del particular mundo creado por Chand.
Las próximas exposiciones están previstas este año en Londres, París y Bélgica, explicó a Efe una de las colaboradoras del autor, Roohi Kalia.
Kalia aseguró que el secreto del éxito de este parque es que «nunca fue concebido como tal, sino que simplemente empezó jugando con los deshechos y como un niño siguió creando, en lo que durante mucho tiempo -Chand- llamaba el almacén».
El resultado, sin embargo, plasma de tal forma «la imaginación de su infancia, su ingenuidad e inocencia, que se reflejan en sus obras y de ahí surge la conexión con el visitante», aseveró la colaboradora.
A través de pasillos sinuosos y pequeños pasadizos unas veces, otras a lo largo de desfiladeros, arroyos y jardines, el visitante se adentra en un microcosmos con figuras de bailarines, militares o aldeanos, junto a otras de caballos, monos o elefantes.
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