El rábanoSu cultivo es muy antiguo, se remonta a la antigua civilización china, y también se encuentran rastros de su antigüedad en toda la cuenca mediterránea. Su curioso sabor, con un ligero toque picante que en algunas variedades es más evidente que en otras, se debe al aceite de mostaza, que se encuentra debajo de su piel roja. Para los que gustan de sabores menos picantes, basta con eliminar la piel del rábano para que sólo disfrutemos de su suavidad y también escoger las variedades de rábanos pequeños y alargados, que son los que habitualmente menos pican.
Una crucífera
El rábano pertenece a la familia de las crucíferas, como el repollo, brécol, berza, col, coliflor, brócoli, coles y nabos.
Las crucíferas se caracterizan por tener las flores agrupadas en racimos, con cuatro pétalos. Sus frutos son una vaina alargada dentro de la cual se encuentran los frutos redondos y pequeños.
Su nombre científico es Raphanus sativus, y es una planta anual que verás florecer la misma temporada de la siembra. Lo que nos comemos es su tubérculo, convertido en un engrosamiento de la raíz en el que se acumulan las reservas.
El rábano tiene muy pocas calorías, vitamina C y del complejo B, hierro y fósforo. Se le atribuyen propiedades diuréticas y que ayudan a hacer la digestión. Por otro lado, también se considera que tiene propiedades expectorantes y contra el escorbuto.
En general, los rábanos se consumen crudos, acompañados de salsas o como aperitivo y aderezados con aceite, sal y pimienta. Se pueden consumir rehogados o como ingrediente para elaborar salsas de sabor intenso. Es muy frecuente utilizar los rábanos en la preparación de ensaladas acompañados de diversos vegetales. De esta forma proporcionan un gusto y aroma muy especiales. Las hojas de los rábanos también pueden ser consumidas cocinadas de forma similar a las espinacas o utilizarse en la elaboración de infusiones.
Variedades
Hay variedades de tubérculos de diferentes colores: rojo, amarillo, rojo y blanco y negro. Según el ciclo de cultivo se pueden clasificar en variedades de ciclo corto, que se pueden cosechar cuatro semanas después de la siembra y se pueden sembrar durante todo el año, siempre que no haya riesgo de heladas intensas. El tubérculo de estas variedades es pequeño y redondeado.
Las variedades de verano-otoño, presentan unos tubérculos más grandes y alargados, y su ciclo de cultivo es de unas 6 semanas.
Las variedades de invierno son las que forman tubérculos más grandes de todas, y tienen un ciclo de cultivo mucho mayor, de unos tres meses.
Cultivo
Debes hacer la siembra directamente de semilla, esparciéndola o en hileras. Después de la germinación, elimina las plantas se sobren, dejando unos 5 cm. de separación entre ellas. En el caso de las variedades de ciclo largo, deberás aumentar la distancia a 10-20 cm. Si no haces esto, y la densidad de plantas es demasiado elevada, los tubérculos serán muy pequeños.
Su cultivo se asocia bien a lechuga y guisante y es preferible evitar las verduras de la misma familia como la col, la coliflor o el nabo.
Recuerda que:
El intenso calor del verano puede provocar un gusto más picante de los rábanos
Si lo cosechas demasiado tarde, el rábano se ahueca y el gusto es más amargo de lo habitual
Siembra una hilera de rábanos cada semana y tendrás una cosecha continua durante la primavera y el verano
Ensalada de Tofu y Rábanos
Ingredientes:
1 pepino
2 cucharadas de maíz
1 tomate grande
6 hojas de lechuga
1 cucharada de pipas de girasol
1 cucharada de gomasio
125 gr. de tofu
Aceite y vinagre
Preparación:
Corta el pepino, el tomate y el tofu a dados y mézclalo con el maíz y las pipas. Pon las hojas de lechuga abiertas en un plato y las rellenas con los ingredientes anteriores. Espolvorea con gomasio por encima y aliña la ensalada al gusto con aceite y vinagre