Carlos Espejo lleva la jardinería en las venas. Con ocho años competía con su hermano para ver quién mantenía mejor el jardín familiar. Ahora, con 44, es uno de los mayores expertos del país en plantas carnívoras o insectívoras. Este profesional se encarga de mantener la extensa colección con la que cuenta el Jardín Botánico La Concepción. No en vano, este recinto es todo un referente nacional en este tipo de plantas.
El jardín malagueño cuenta con medio centenar de especies que conviven en un hábitat propio. Este técnico de los invernaderos de investigación explica que se trata de plantas muy delicadas que necesitan unas características muy concretas de temperatura y humedad para sobrevivir lejos de su país de origen. Se encuentran en un recinto de hierro y cristal junto a la entrada del parque. Un área que es terreno exclusivo de Carlos.
La dedicación que profesa a este tipo de plantas y su paciencia en el cuidado han conseguido que diferentes jardines botánicos se interesen por su trabajo. Responsables de los parques de Valencia, Gerona y Gijón han contactado con él para ver cómo cuida esas plantas. «El problema –explica– es que cada especie requiere un cuidado y un riego diferente, no se pueden mantener todas del mismo modo».
Muchos cuidados
Las plantas carnívoras necesitan ser regadas con agua sin sales minerales, cultivarse en una tierra ácida y con turba de fango, disponer de una humedad que ronde el 70% y una temperatura inferior a 25 grados. Además, algunas deben pasar cuatro meses metidas en una nevera a cinco grados, otras estar en jardineras con agua… «Hay que dedicar mucho tiempo al estudio, consultar muchos libros y fotos en internet», sostiene.
Explica que cualquier pequeño fallo puede ser insalvable. «Son plantas muy delicadas, un fallo y te quedas sin ellas en dos días porque es muy complicado rectificar», dice. Es por ello que, haciendo gala de humildad, reconoce: «En Málaga también hay algunas que tampoco han funcionado».
Recuerda que cuando le encomendaron poner en marcha una zona de plantas carnívoras no tenía ni idea de cómo tratarlas. «Me tiré todo el verano estudiando y buscando documentación, pero me lancé a la piscina y me salió bien», confiesa. Tres años después de aquel inicio, lucha con la dirección por conseguir más espacio para sus plantas. «Quiero llevar las bromelias a otro invernadero para ganar sitio para las insectívoras», adelanta.
Se confiesa enamorado de su colorido y de la forma que tienen de adaptarse. «Cuando nos llegan las semillas, nunca sabes cómo van a crecer ni te imaginas hasta dónde pueden llegar», explica. La mayor parte de estas plantas proceden del intercambio entre jardines, ya que existe un acuerdo para cederse simientes entre ellos.
La historia de estas plantas está llena de mitos. Yel cine no ha jugado en favor de su conocimiento. En ningún caso se alimentan de carne humana ni pueden herir a nadie. Las carnívoras nacen en suelos pantanosos, donde apenas hay sales minerales, y han tenido que desarrollar estrategias para complementar su nutrición atrapando insectos. «No te preocupes, que no te van a cortar el dedo», bromea Carlos con todos los visitantes.
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