Entre la pendiente y la roca

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 siempre hay que intentar sacar el mayor provecho a los inconvenientes que nos encontramos en el terreno, hay veces que en vez de intentar disimularlos hay que ensalzarlos y obtener su máxima belleza.

 

Según nos dice en su carta, los dos máximos problemas con los que se encuentra son el desnivel y el suelo rocoso, que le afecta sobre todo a la hora de hacer la piscina. Pienso que la mejor solución es aprovechar esta pendiente para crear una piscina elevada sobre el terreno, consiguiendo una superficie amplia y llana, que agrandaremos después con un volado de madera que aprovechamos como solarium. De esta manera evitamos el tener que hacer una gran excavación para ubicar la piscina, reduciendo en gran medida los costes.

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Se nos ocurre hacer un borde rebosante en uno de los lados estrechos de la piscina, para que el agua caiga de ésta a una pileta colocada en una altura inferior, de esta manera conseguimos tener un efector cascada. Para poder observar esta caída, creamos una zona de estar adoquinada en la parte opuesta de la finca, rodeada de diferentes especies arbustivas que nos van a dar un cierto grado de intimidad, ocultándonos de las miradas de los vecinos.

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En el resto del terreno de la parte trasera, planteamos una pradera de césped. Se debe intentar conseguir que la pendiente quede lo más suavizada posible, para que pueda transitarse lo más cómodamente posible y además, para que no tengamos problemas de escorrentías.

Todos los elementos de los que hemos hablado, forman la parte posterior del jardín, para completar el resto, comenzamos por el lado izquierdo de la entrada. La parte delantera de la casa tiene un porche con vistas a esta zona, por lo que debemos pensar en algo que va a ser contemplado durante mucho tiempo, algo que sea muy espectacular, agradable y apacible a la vez, lo más indicado es un estanque de aspecto muy natural, para que quede lo más integrado posible. Aprovechamos la esquina de la finca, para crear un estanque de formas redondeadas que se acople a este espacio, formando justo en el ángulo una cascada de piedra natural, de tamaño proporcionado al resto del estanque. Por la parte posterior colocaremos vegetación que adorne y que a la vez nos sirva para protegernos de las miradas de los transeúntes.

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Para unir la entrada y la parte trasera, encontramos un amplio pasillo, que nos va a servir de paso, por lo que creamos un paseo, esta vez de jabre, que comunica las dos zonas y en su parte central pensamos en una rotonda que nos va a servir de zona de estar en este lateral. Rellenamos el resto del espacio con hileras de lavandas, que nos van a proporcionar un intenso aroma para cuando se esté en el porche. Las lavandas y el camino lo enmarcamos con cipreses, que con su esbelta figura va a romper la horizontalidad del jardín, dando sensación de más profundidad y separando de una forma muy sutil las zonas delantera y trasera del jardín.

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