En primavera se hace difícil escoger una flor concreta, pues, es tanta la variedad que nos brinda el mercado.
Pero siempre encontraremos aquella flor que atraiga nuestra atención quizás por su colorido, quizás por su porte o quizás por que nos traiga gratos recuerdos como es el caso de las freesias que con su agradable fragancia y maravillosa y extensa gama de colores llenaban los jardines de antaño.
El sobrenombre de esta flor francesilla se debe a su fragancia tan suave que se ha empleado durante años para conseguir unos perfumes, sobre todo en la región francesa de los Alpes en donde originariamente se cultivaban para la industria de la perfumería.
Para lograr que las Freesias una vez cortadas tengan una prolongada duración, debes de renovar diariamente el agua para evitar que se pudran , de ahí que muchos amantes de las flores las coloquen en un sencillo jarrón con tres o cuatro tallos, que son suficientes para hacer un centro original debido a su típica floración encorvada. Si cada noche las sacas al exterior alargarás su duración.
Las fresias llegaron a Europa a principios del siglo pasado. En la actualidad contamos ya con más de cien tipos distintos de fresias, desde la blanca o amarilla hasta la azul o roja. Si la vas a comprar a la floristería para componer un ramo, asegúrate de que como mínimo uno de sus capullos esté ya abierto porque, de no ser así, querría decir que han sido cortadas demasiado pronto y no se te abrirían en el jarrón. Al llegar a casa, corta de nuevo sus tallos. Las fresias aguantan hasta diez y doce días.