¿Cultivar y distribuir fresas japonesas en el desierto? Para la multinacional nipona Sharp no es problema. La empresa de Osaka ha comenzado recientemente las pruebas de su primera plantación de fresas japonesas en Dubai, un producto exclusivo muy demandado en el Emirato que perdía gran parte de sus cualidades durante su exportación.
Aunque a bote pronto pueda sonar a locura, dada la fragilidad de este fruto y su poca tolerancia al calor, Sharp ha solventado todas las dudas con la creación de un recinto dotado de la última tecnología.
Para ello, ha desarrollado una gama específica de lámparas LED y ha instalado purificadores de aire de alta tecnología destinados a eliminar gérmenes y bacterias.
Además, el centro cuenta con un complejo sistema de monitorización que le permite controlar minuciosamente la iluminación, humedad y condiciones del cultivo las 24 horas del día de forma remota desde su sede en Japón, lo que permite garantizar que esta variedad de fresa conserve su color y característico dulzor.
La instalación en Dubai, que Sharp comenzó a operar a mediados de septiembre, ha tenido un coste cercano a los 100.000 dólares, en una inversión que espera amortizar pronto y le sirva, además, como estrategia para fortalecer y diversificar sus áreas de negocio.
Por su parte, Panasonic y Fujitsu han comenzado a renovar por completo dos de sus fábricas en la prefectura de Fukushima, epicentro de la crisis nuclear en el devastado noreste nipón, para montar cultivos de interior de lechugas bajas en potasio, específicas para personas con problemas de riñón o en tratamiento de diálisis.
Para ello, contarán con recintos dotados de avanzados sistemas de sensores de control climático y ventilación o iluminación de diodos LED e infrarroja, de cara a recrear las condiciones exactas de este cultivo.
Sus instalaciones, que contarán con una subvención del Estado nipón destinada a promover la industrialización de la agricultura, será capaz de producir entre 2.000 y 3.500 lechugas bajas en potasio al día.