Land art en Lomas de Oro

El Land Art surge como tendencia en los años sesenta, en Estados Unidos, cuando muchos artistas soñando con salir del mercantilismo que representaban las galerías de arte pretendieron entrar en la naturaleza para cambiar el mundo con su arte.

 

Los artistas del movimiento Land art no necesitan que nos desplacemos a ver su obra, su carácter a veces efímero cambia la forma de entender su obra centrándose más en la relación entre obra y artista, así como en su proceso creativo más que en la obra en sí mismo, afrontando diversos modos de relacionarse con el paisaje que dan lugar a distintas manifestaciones artísticas: Integración, Interrupción, Implicación, Realización e Imaginación.

 

En España, en los últimos años, aunque sin la repercusión y auge de otros países, si se han producido y siguen produciéndose algunas de estas intervenciones de especial relevancia y que bien merecen tenerse en cuenta, ya sean parques de esculturas como es el caso de la Ila das Esculturas en Pontevedra, Arte y Naturaleza en Huesca, el Museo Vostell en Malpartida (Plasencia), Tierras Altas Lomas de Oro en La Rioja, Fundación Nmac en Vejer de la Frontera o Hitos del Rodenal en Guadalajara o importantes proyectos particulares como los de César Manrique, Ibarrola o Chillida.

 

PARQUE DE ESCULTURAS

El Parque de Esculturas Tierras Altas Lomas de Oro, se ha convertido en España en un proyecto, ya materializado, pionero por la confluencia de condiciones que lo han hecho posible y contando con la colaboración de instituciones y particulares. Las esculturas se reparten a lo largo de un camino que parte del viejo molino situado junto al frontón de Villoslada y discurre por la margen derecha del río Iregua hasta que cruza el barranco de las Rameras y continúa por el camino antiguo hasta llegar a la ermita.

En la parte más alta de este tramo están situadas las esculturas de Sotte y Lesley Yendell. Lucho Hermosilla Cifuentes está antes que ellos, desde el camping al cortafuegos, Huerto Rey se llama el lugar. Una vez llegamos al entorno de la ermita, en una gran piedra en la explanada, delante de ella, encontramos el «sarcófago» antropomorfo utilizable por todo el que quiera- de Pamen Pereira; un poco más abajo, en el río, reutilizando los antiguos huertos de la ermita, se esconde la obra de Carmelo Argaiz; desde aquí, el camino baja hasta puente Ra, y antes de llegar a él encontramos, bien camuflada entre hayas, la obra de Gertrudis Rivalta; desde puente Ra, de vuelta hasta Villoslada, emerge en ‘pleno cortafuegos, al que llaman la blanca, la calavera que Luís García Vidal levanta con una gran envergadura a semejanza de las que él tiene en su parque de Estella, un ‘desvelado’, como él llama a estas piezas. La octava obra – o primera, según se mire – la encontramos en las inmediaciones de la ermita de Santa María; saliendo desde Villoslada, en poco trecho, aparece este santuario a la derecha del camino – se reafirma el carácter mágico de este paraje -; a la izquierda veremos un puente que, cruzándolo, nos llevará ante la obra de Tomás García de la Santa.

El paisaje es siempre parte fundamental del Land Art, el lugar donde el artista dialoga con el medio, y su obra surge siempre de este diálogo, permitiéndole comunicar ideas, sentimientos o reivindicaciones. Otra particularidad de este movimiento es que, muchas veces, se generan las obras a partir del propio medio natural usando éste como soporte, escenario o materia prima.

 EL RECORRIDO

Haciendo una lectura conjunta de las obras encontraremos un discurso que iría desde lo permanente hasta lo perenne o más efímero, encontraremos también desde la huella humana más misteriosa y tenue, hasta incluso la más impertinente o entrometida.

 

Podemos observar, arrancando desde Villoslada, las formaciones de piedra y los «fósiles» de Tomás García de la Santa -Puertollano (Ciudad Real). La permanencia de las cosas y su forma, huella que dejan petrificarse. En positivo y en negativo, el ser de piedra, molde en el que hubo un ser o al menos una parte de él. Ninguna de sus obras es un fósil, él las ha creado, pero las ha hecho tales y como tales van a permanecer y a transformarse con la lenta erosión que el tiempo refleja en la piedra. Unas figuras míticas surgidas de la mano del artista y del capricho de la planta de la que proceden en presencia de un hombre que está y no está.

Transformación y mutación de las formas, y de la esencia que encierran, es lo que nos ofrece Sotte – Cádiz -. Los Bosques de la Sierra de Cebollera saben lo que es cambiar, cíclicamente cada año, y según le vaya la climatología afectando, o a la política económica del país y sus habitantes. Uno, dos, tres, puede que hasta seis seres (caras) encuentre el que busque concienzudamente, casi todos en uno solo. ¿Es uno o son todos? ¿En que se están convirtiendo con los apéndices reptantes que lanzan a la tierra? La pieza hay que buscarla un poco más que las otras, pues su mejor perfil lo ofrece, en la ladera que desciende desde el nivel del camino a pocos metros de éste.

Síntoma de urbanidad, una taza con su plato, y la cuchara al lado. El contraste es doble, descontextualización y envergadura; estos elementos, vajilla y cubertería, las jaulas de la civilización. Lesley Yendell – Inglaterra – ha urdido una trampa, junto a la fuente la Romaniza. Esta artista inglesa es una de las especialistas en proyectos para espacios abiertos. Sus trabajos han sido realizados y mostrados en Gran Bretaña, numerosas ciudades francesas, Bélgica, y en España en Barcelona, Bilbao, Madrid, La Rioja, etc.

La artista gallega Pamen Pereira – La Coruña – ha esculpido concienzudamente nuestra horma para damos un sitio entre los brazos de la tierra. Un enclave en el que al metermos nos sintamos abrigados, rodeados de la materia de la que procedemos y al mismo tiempo dispuestos a recibir el mundo exterior y a lanzarnos a él. Carmelo Argaiz – Alberite (La Rioja) – ha trabajado con especial lentitud y paciencia el paisaje como una misma cosa. El artista consigue conjugar diversidad de elementos pero, sin embargo, la apariencia es de completo equilibrio, austeridad, quietud y por supuesto orden natural.

Gertrudis Rivalta – Santa Clara (Cuba) – realizó una obra que evoca un rostro humano, basándose en la costumbre, o más bien necesidad de la zona, de acumular madera para el invierno. Esta obra durará lo que el tiempo y la climatología permitan, pero su desaparición será la absorción de la materia por el propio entorno en el que se encuentra…

LA CALAVERA

La calavera que Luis García Vidal – Melilla -, incansable e incesante, ha construido un coloso que ha plantado en medio y mitad de un cortafuegos, aparece como una sentencia. A medida que se avanza por la carretera, que actualmente desde Villoslada va a la ermita, su presencia se irá haciendo de evidente a impresionante. La oscuridad de sus huecos en el blanco que Luís le ha dado al entramado de ramas que la forman, se ve a distancia sobre el verde del prado que cubre el suelo en el que azarosamente apareció hace unos años un cráneo enterrado sin ningún otro hueso del esqueleto.

Inicialmente el Land Art pretendía romper con el mercadeo del arte para que todos pudiéramos ser dueños de la misma sin necesidad de comprarla, pero en muchos casos parte de las obras más representativas posteriores han sido financiadas por galerías de arte para luego vender sus fotos, bocetos etc. Sin embargo, en el Parque de Esculturas “Tierras Altas Lomas de Oro”, los fundamentos del Land Art de los años sesenta vuelven a encontrar sentido en las manos de estos artistas, el arte vuelve a entrar en la naturaleza intentando cambiar nuestra concepción del mundo.

Texto: Javier Mateos

 

Leave a Comment