Stefano Mancuso es profesor asociado de la Universidad de Florencia y dirige el laboratorio internacional de Neurobiología Vegetal. Estuvo en España hace unas semanas para presentar su libro “Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal”, editado por Galaxia Gutenberg. Rodeado de cierta polémica por parte de sus colegas del mundo vegetal, Mancuso impartió una conferencia en el Real Jardín Botánico de Madrid retransmitida por TEDxGran Vía. Entre los puntos en discordia destaca el término “neurobiología vegetal», ya que, argumentan sus colegas, las plantas carecen de sistema nervioso, y también el concepto mismo de inteligencia vegetal. En su conferencia Mancuso desmitificó algunas creencias sobre las plantas y abrió otros interrogantes en el auditorio.
-Me ha llamado la atención el término “neurobiología” vegetal. ¿Significa esto que las plantas tienen un sistema nervioso?
-No. Ese término nació para indicar que en el ámbito vegetal se pueden aplicar las mismas técnicas que en las neurociencias. Las plantas no tienes neuronas, ni nervios, pero si consideramos que las neuronas del cerebro de los animales son células que producen y transportan señales eléctricas, en las plantas la mayoría de las células ejercen este tipo de función. Y si nos fijamos en la raíz, vaemos que hay una producción mayor que en el resto de la planta de células que transmiten señales eléctricas, por lo que sí que hay similitudes entre los dos reinos.
-Defiende que las plantas tienen inteligencia, ¿como define esa inteligencia vegetal?
-No hay diferencias entre la inteligencia de animales y plantas. El problema de la inteligencia es su definición. Solemos limitarla al ámbito humano o a animales parecidos al ser humano, pero creo que eso limita un fenómeno biológico más amplio. Yo la defino como la capacidad de resolver problemas. Si vemos así la inteligencia, todos los seres vivos han de solucionar problemas. Y si no, la evolución hace que desaparezcan. La inteligencia es una propiedad de la vida que todos los seres vivos deben tener para sobrevivir.
-Eso, en términos darwinianos, sería la capacidad de adaptación…
-Podría ser, en un cierto sentido. Pero a diferencia de la capacidad de adaptación darwiniana, que requiere mucho tiempo, la inteligencia se considera en el transcurso de una vida. Darwin define la inteligencia como una herramienta que se desarrolla a lo largo de la vida, y mi idea es muy parecida a la de Darwin. Es algo que está tanto en las bacterias como en los hombres, pero difiere en cantidad.
-Asegura que las plantas duermen. ¿Cómo lo hacen?
-Las plantas duermen de forma muy parecida a los animales. Tienen un ciclo diurno, activo, y otro nocturno, de descanso. También hay plantas que son nocturnas, como algunos animales, y los ciclos van al revés. La fase de descanso de las plantas tiene las mismas características que en los animales. Por ejemplo, no tienen sensibilidad del entorno. Incluso las posiciones de descanso son parecidas. Muchas plantas cierran sus hojas o las colocan en una posición distinta. Y, como los animales, a medida que cumplen años necesitan menos sueño. Hay diferencia en la cantidad de sueño que necesitan las plantas jóvenes y las más mayores. Y también es un tema de genes que se activan de forma diferente, igual que ocurre con los animales.
-Pero no sueñan, que sepamos…
-No, eso no (ríe).
-¿Qué función cumple el sueño en las plantas?
-Por qué dormimos no lo sabemos con certeza. Tampoco en las plantas. A menudo lo relacionamos con la actividad cerebral pero no hay ninguna prueba científica y suelen ser teorías. Las plantas no tienen cerebros, pero sus procesos son similares a los de los animales.
-Hay mucha gente que toca las plantas porque cree que transmiten energía positiva, ¿es cierto?
-Si se toca una planta pequeña, de las de casa, a la planta no le gusta nada. Un experimento sencillo puede servir para demostrarlo. Se ponen un par de habas en agua, para que germinen. A una la tocamos un minuto al día y a la otra no. Al cabo de dos semanas podemos observar que la que hemos tocado ha crecido menos. Respecto a tocar o abrazar los árboles, no hay ninguna prueba científica, pero sí entiendo que puede ser positivo para la psique ese contacto con la naturaleza.
-¿Sirve de algo hablar a las plantas?
-No. Se hizo un experimento en el que se leían libros a una serie de plantas y a otras no y se comparaba su crecimiento. No había diferencias significativas entre ambos grupos. Y eso que los autores eran buenos [bromea]. Sólo hubo una pequeña diferencia cuando les leyeron un fragmento de Darwin. Crecieron más deprisa. Pero no era significativo. [De nuevo bromea] Podría significar que lo que oían no les gustaba y querían escapar, por eso crecían más deprisa, explica riendo.
-¿Y ponerles música?
-Las plantas no pueden apreciar ningún tipo de música. Perciben solo vibraciones y frecuencias. Y prefieren las más bajas, las más comunes en la naturaleza, entre los 100 y 400 hertzios, que sonaría como la sirena de un barco. Cuando hablo de preferencias, me refiero a que al poner una fuente de sonido de 300 hertzios, las raíces de las plantas tenderán hacia esa fuente de sonido.
-¿Por qué?
-Esa frecuencia, en torno a 300 hertzios, es parecida a la que produce el agua que fluye. Una posibilidad es que asocien esta frecuencia con la presencia de agua.
-¿Una especie de búsqueda de agua guiada por el sonido?
-Sí
-Un poco de ciencia ficción. ¿Una planta puede detectar a un asesino, como sugería una película de detectives de hace años, y temblar de miedo cuando le ve?
-(Ríe) Recuerdo esa película y creo que era italiana. Pero no es verdad. Las plantas no tienen posibilidad de reconocer a las personas, ni tampoco a un asesino.
-¿Tienen sentimientos, sienten miedo, por ejemplo?
-Depende. Sentimientos en términos humano, no. Pero como forma de comportamientos de las plantas, en este caso sí. Por ejemplo, si ponemos plantas de la misma familia a crecer juntas vemos unos comportamientos diferentes que si no pertenecen a la misma familia. Pero si hablamos de sentimientos como miedo, antipatía, odio, en ese caso, no.
-¿Sienten dolor?
-Las plantas están diseñadas para ser comidas y el dolor es un mecanismo de defensa de los animales para huir del peligro. Las plantas no pueden moverse. No creo que sientan dolor, pero no hay evidencias en un sentido u otro.
-Dice que las plantas tienen nuestros cinco sentidos, más otros diez. Podemos entender el tacto, porque las tocamos y reaccionan, como las mimosas; o el oído, por medio de vibraciones, como ha explicado. ¿Pero y el olfato/gusto y la vista?
-Las plantas ven la luz y sus diferentes cualidades. Huyen de la luz azul, por ejemplo, porque representa la sombra, y prefieren la amarilla y roja, propia del sol.
-Habla de vida social de las plantas y cuidados de padres a hijos, ¿cómo es posible esto?
-La vida social de las plantas es muy activa. Como no pueden moverse, tienen que tejer unas relaciones sociales útiles con las plantas vecinas. Hablamos de colaboración o avisos de amenazas. Por ejemplo, hablando de los hijos, se ha visto que les proporcionan cuidados muy largos en el tiempo. Si imaginamos una semilla que cae en un bosque, que puede ser un lugar muy oscuro, antes de que pueda crecer y llegar a la luz del sol para hacer la fotosíntesis. Puede pasar un periodo de 10 a 20 años, en los que la planta necesita cuidados, porque no tiene autonomía, y esos cuidados se los proporcionan las plantas de su mismo clan que están cercanas, a través de las raíces, hasta que pueda hacerlo por sí misma.
-¿Si he entendido bien, otros miembros de su clan, alimentan a las plantas jóvenes?
-Sí. Les pasan savia. Hay un ejemplo muy bonito. Hace algunos años en un bosque Canadá se protegió el sistema radical de un abeto, pero la planta no podía alcanzar el agua y los nutrientes y se creía que iba a morir en poco tiempo. Sin embargo, vivió cerca de 5 años, y eso fue por los nutrientes que le pasaban las plantas que tenía alrededor. Y esto es algo excepcional que es muy difícil encontrar en el mundo animal.
Las plantas en el polígrafo
P.Q. Madrid
En 1966, Cleve Backster, un agente de la CIA experto en la famosa máquina de la verdad, o “polígrafo”, en un capricho, conectó el aparato a la hoja de una planta de interior de su oficina. Para su asombro, Backster vio que en el polígrafo apareció exactamente la curva típica que conocía de sus muchos interrogatorios. ¿Tenía sentimientos la planta? Backster reflexionó que las personas mostraban esas reacciones cuando se sienten amenazados. Entonces pensó en quemar una hoja de planta. Tenía conectados los electrodos, y el instrumento de registro dibujó una curva muy acusada. Eran las tres de la madrugada, no se había movido y no había tocado la planta, sólo había pensado en quemarla. ¿Era posible que la planta se sintiera amenazada debido a sus pensamientos? ¿Podría la planta leer su mente? Este experimento de Backster se recogió en el libro “La vida secreta de las plantas”, publicado unos años después. Backster y sus colaboradores conectaron después máquinas poligráficas a lechugas, cebollas, naranjas y plátanos, entre otras. Sostenían que las plantas reaccionaban a los pensamientos de los seres humanos.
En los años siguientes, varios científicos trataron de reproducir el «efecto Backster» sin éxito. Gran parte de la “ciencia” contenida en «La vida secreta de las plantas» ha sido desacreditada. Pero el libro había dejado su huella en la cultura, como publicaba The New Yorker. Los estadounidenses comenzaron a hablar con sus plantas y ponerles a Mozart.
En 2006 se propuso un nuevo y polémico campo de investigación: la «neurobiología vegetal”. La respuesta de un grupo de biólogos vegetales no tardó en llegar y se publicó en 2007 en “Trends in Plant Science”. “Los últimos tres años han sido testigos del nacimiento y la propagación de una idea provocativa en biología vegetal. Sus defensores han sugerido que las plantas superiores tienen nervios, sinapsis, el equivalente de un cerebro localizada en algún lugar de las raíces y una inteligencia. La idea ha atraído seguidores. (…) Sostenemos que la neurobiología vegetal no añade nada al estudio de la fisiología de las plantas. Para empezar, no hay evidencia para estructuras como neuronas, sinapsis o un cerebro en las plantas.”
http://www.abc.es