Orquídeas tropicales, enigmáticas, exóticas y fascinantes
Nos encontramos ante una familia botánica que ya despertó interés en Japón y en China hace unos 3.000 años y que actualmente cuenta con uno de los mayores números de especies: unas 28.000 repartidas entre 700 géneros, aunque cada año se descubren y describen otras nuevas; están presentes desde el Ecuador hasta el Círculo Polar, desde las llanuras hasta casi el límite de las nieves perpetuas en la alta montaña, terrestres, epifitas, litófitas, parásitas, incluso subterráneas. Tal es la tarjeta de visita de esta extraordinaria familia de plantas, una de las más evolucionadas y con mayor número de especies de todo el reino vegetal.
Estos datos se convierten en algo fascinante cuando apreciamos la belleza de sus flores, que adoptan formas exóticas, colores sorprendentes y olores característicos para facilitar el proceso de reproducción de las orquídeas. Así, llegan a imitar insectos para conseguir ser fecundadas y garantizar su supervivencia.
La cultura europea, que tiene su origen en las antiguas civilizaciones mediterráneas, considera a Teofrasto y Linneo como padres de la orquidología.
Los Chinos, tiempo antes de Cristo, cultivaron algunas especies del género Cymbidium; también los Griegos las conocían, pues fué Teofrasto, discípulo de Aristóteles quién les dió el nombre de Orquídeas (orchis=testiculo) debido a la forma de sus pseudobulbos.
Se sabe que se utilizaban algunas especies de Orquídeas como plantas medicinales, por ejemplo, Arpophyllum Spicatum se usó para curar o atenuar disentería y Encyclia citrina para curar heridas infectadas.
El uso de varias clases de Orquídeas, como por ejemplo la Encyclia Venosa, para la obtención de mucílagos o «tzacuhtli», fue importante para elaborar adhesivos, mordentes de pigmentos y en el arte plumario.
El mayor número de especies de orquídeas se encuentran en: Nueva Guinea, Colombia, Brasil, Borneo y Java.
A las 28.000 especies catalogadas se deberían sumar las casi 150.000 variedades hibridadas, principalmente de Cymbidiums y Phalaenopsis.
Las Orquídeas son plantas con flores que pertenecen a la familia Orchidaceae.
Las características más distintivas de este grupo de plantas son:
*Los estambres se sitúan a un lado de la flor y generalmente nada más un estambre es fértil.
*La flor presenta por lo general: tres sépalos y tres pétalos, uno de los cuales se ha modificado y es diferente a los otros dos, dándosele el nombre de labelo.
*Sus órganos sexuales (estambre y pistilo) se encuentran parcial o completamente unidos, formando en este caso una estructura llamada columna.
*En general la flor sufre un giro en el transcurso de su desarrollo, el cual es conocido como resupinación.
*Por lo regular los granos de polen se agrupan en masas compactas o políneas situadas en la parte terminal de la columna.
*Producen una gran cantidad de semillas muy pequeñas. Es interesante hacer notar que de miles o millones de semillas que se producen en cada fruto de Orquídea, sólo unas cuantas son las que logran germinar, pues casi no tienen sustancias de reserva y requieren ser colonizadas por un hongo.
Cultivo
Una de las cosas que hace que el cultivo de la Orquídea sea diferente al del resto de las plantas de interior es el tipo de compost que se utiliza. La mayoría de las Orquídeas que se cultivan como plantas de interior son epifitas, y crecen sobre árboles, arbustos o rocas. Es decir que sus raíces no necesitan medio alguno en el que crecer, sin embargo, cuando disponen de él, debe ser aireado y tener un excelente drenaje para que las raíces no se pudran.
La corteza de pino, el miraguano o el porexpan son algunos de los materiales que se emplean para su cultivo, sobre todo porque son materiales que ayudan a mantener el medio de crecimiento bien aireado.
Luz
Necesitan luz en abundancia para desarrollar las flores, pero jamás deben ser expuestas directamente a la luz del sol, aunque sea a través del cristal de una ventana.
La solución consiste en protegerlas con cortinas claras y colocarlas, idealmente, cerca de una ventana orientada correctamente.
En invierno, disponer de una buena luz es lo más importante para las plantas que están a punto de florecer. A menos que pueda proporcionarles unas 10 horas de luz por día (y preferiblemente 12), no tendrás garantías de obtener un buen resultado.
Para crecer y florecer con éxito, las Orquídeas también necesitan suficiente (pero no excesivo) humedad y calor, por encima de los 18 grados.
Rociar la planta con un vaporizador también ayudará a mantener la atmósfera húmeda, y la mayoría de las Orquídeas se beneficiarán de tener sus hojas húmedas durante la estación de crecimiento, cuando la temperatura es más elevada.
RIEGO
Las Orquídeas prefieren el agua de lluvia o embotellada, ya que no les gusta la cal. Si no puedes suministrarles agua de lluvia, añade una cucharada de vinagre por cada 5 litros de agua, y luego riega las plantas con esta mezcla.
Nunca permitas que una Orquídea permanezca sumergida en el agua, ya que sus raíces se pudrirán irremisiblemente. La mezcla en la que están creciendo, y que permite un fácil drenaje, ayuda a impedir este problema.
Cuando riegues una Orquídea epifita, empapa bien la mezcla, asegurándote de que el agua drene bien. Luego deja la planta en su sitio hasta que la mezcla comience a secarse antes de volver a regarla, esto significa que, probablemente, no se deberá regar más de una vez por semana.
Durante el período de reposo riégala poco, suministrándole sólo el agua suficiente para que el compost y los seudobulbos no se sequen.
Las plantas cultivadas en cestas o en trozos de corteza pueden regarse sumergiéndolas durante algunos minutos en un recipiente con agua. Asegúrate de que drenen bien antes de volver a colocarlas en su posición habitual. No vuelvas a regarlas hasta que la base del compost comience a secarse.
Abono
No hay necesidad de añadir ningún fertilizante, ya que las Orquídeas no soportan un medio de crecimiento muy rico. En cambio, es aconsejable aplicar algún fertilizante foliar durante la época de crecimiento.
Como regla general, abónalas con fertilizante líquido una vez cada dos semanas aproximadamente durante la época de crecimiento.
Usa cualquier fertilizante común, rebajado a una cuarta parte de su dosis, o compra un fertilizante especial.
Los abonos de hoja son ideales para las plantas aéreas.
Reposo
Algunas Orquídeas crecen durante todo el año, aunque se muestran menos activas en otoño e invierno. Otras tienen una fase de reposo en la que incluso pueden perder algunas hojas. Este período, que sigue a la floración, dura unas pocas semanas, y durante el mismo las plantas no deben ser abonadas.
Cuando cambiar la maceta
Lo más probable es que las plantas jóvenes deban ser transplantadas cada año, para tener más lugar donde crecer. Pero no plantes una Orquídea en una maceta más grande sin que realmente lo necesite, es decir, que la anterior le haya quedado demasiado pequeña. La razón es que si hay mucho compost alrededor de las raíces, la planta tendrá que absorber mucha agua, a su vez, el exceso de agua podría hacer que las raíces se pudrieran, a lo que las Orquídeas son bastantes propensas.
Una forma sencilla de saber si una Orquídea epifita ha crecido demasiado para su recipiente, es ver si el último seudolbulbo está tocando el borde y no le queda espacio para que crezcan otros.
En las plantas adultas, aquéllas que ya están en las macetas definitivas, que por lo general serán de unos 20cm de diámetro, se debe cambiar el compost cada dos años y volver a colocar la planta en una maceta del mismo tamaño.