SIN ELEMENTOS QUÍMICOS
La agricultura ecológica, biológica u orgánica, se diferencia de la tradicional en los métodos de explotación, es una agricultura menos extensiva, que no utiliza elementos químicos como fertilizantes inorgánicos, plaguicidas o antibióticos, ni semillas transgénicas o modificadas genéticamente.
Esta técnica se sustituye por técnicas integradas en el sistema agrario que contribuyen a preservar las especies y variedades autóctonas y la diversidad biológica, tanto agrícola como silvestre.
Menos contaminación
Este tipo de cultivos disminuye la contaminación de las aguas subterráneas y de los suelos gracias al uso de fertilizantes orgánicos de baja solubilidad usados en cantidades adecuadas.
Además, la agricultura ecológica provoca un aumento de la biodiversidad, ya que se trata de una producción que usa como una de sus herramientas la biodiversidad natural.
Según un informe de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM), en todo el mundo se dedican un total de 26 millones de hectáreas a la agricultura ecológica. En España, este método de producción alcanzó más de 700.000 hectáreas. El cultivo más frecuente es el de cereales y leguminosas, así como el olivar y los frutos secos.
Recursos renovables
En líneas generales, este tipo de actividad favorece el uso de recursos renovables y es capaz de restituir al suelo los nutrientes presentes en los productos residuales. Los partidarios de la producción ecológica aseguran además que con ella se respetan los propios mecanismos de la naturaleza para el control de las plagas y enfermedades en los cultivos y la cría de animales, y evita la utilización de plaguicidas, herbicidas y abonos químicos.
Problemas con los transgénicos
Una de las dificultades a las que se enfrentan estos cultivos es la coexistencia con los cultivos transgénicos. Según la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), la tolerancia de presencia de material transgénico en los lotes de semillas no transgénicas debe ser «cero técnico». Sin embargo, un estudio elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente indica que se producen niveles de hibridación del 13,1% a 25 metros de distancia entre cultivos, de 1,6% a 200 metros y de 0,2% a 500 metros.
La ganadería ecológica, por su lado, está basada en el libre pastoreo, en una alimentación biológica para los animales y en el uso de métodos sanitarios a base de terapias y medicina alternativas, sin la utilización de antibióticos ni hormonas. Este tipo de ganadería experimentó un importante aumento con el inicio de la crisis de las «vacas locas».
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación español, el número de explotaciones ascendió en 2004 a 1.777, una cifra que se caracteriza por la presencia de una gran diversidad de actividades. Esta variedad va desde el vacuno (43%) a la apicultura (5%), pasando por el ovino (27%), el caprino (8%), la avicultura (7%) y el porcino (6%).