Cuanto el erotismo forma parte de nuestro sistema de vida
Producir hortalizas en forma sistemática sea tal vez comparable con una crónica como estilo informativo. Transformar la crónica en poesía es el desafío del huerto afrodisíaco.
¿Le parece demasiado rimbombante el título? Es de imaginar. En nuestra cultura disociada, los deseos son el lado oculto de nuestra vida cotidiana. Desde el desayuno hasta la cena vivimos envueltos en atmósferas de stress y exigencias que no nos permiten una actitud un poco más relajada y perceptiva ante la vida.
Buscamos en la huerta un ámbito donde producir frutas y hortalizas, y buscamos también un reencuentro con nosotros mismos, una recreación de nuesra propia humanidad y un espacio donde compartir vida y experiencias con otras personas. Y una armonización con el entorno, con lo que sentimos, con nuestros propios sentidos y con los sentidos de los demás.
El erotismo puede ser un espacio que construimos en nuestra más cerrada intimidad o que destilamos hacia el ambiente. Intervienen muchos factores como son la personalidad, la historia y las búsquedas personales, nuestra idea de belleza, nuestros valores, nuestro entorno. Que una huerta incorpore propiedades afrodisíacas, no necesariamente significa que se transforme en un ambiente swinger al mejor estilo romano:
La huerta afrodisíaca estará poblada de variedades, colores y sabores que estimulen, equilibren y principalmente, armonicen los sentidos, pero somos nosotros quienes construimos a partir de estos elementos y con nuestros gestos, y actitudes sutiles, el ambiente arpopiado en el momento oportuno.
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